

La escena diplomática internacional volvió a mostrarle la espalda a México. Esta vez, el presidente francés Emmanuel Macron canceló a última hora el encuentro que tenía programado con Claudia Sheinbaum, dejando a la mandataria mexicana esperando en un salón oficial.
La cancelación, justificada con argumentos de “agenda interna prioritaria”, se suma a una lista de desaires recientes que colocan a México en una posición incómoda en la arena global. Para muchos analistas, el gesto no es casualidad: refleja la distancia política y la falta de confianza que existe en torno al nuevo gobierno mexicano.
Sheinbaum, que buscaba fortalecer lazos estratégicos con Francia en temas de energía, transporte y cultura, se quedó con las carpetas de proyectos bajo el brazo y sin fotografía oficial. En los pasillos diplomáticos, el comentario fue inevitable: México pierde una oportunidad de oro de visibilidad en Europa y, de paso, su presidenta se lleva otra humillación internacional.
Mientras tanto, la oposición en México no tardó en señalar el episodio como prueba del debilitamiento del país en el escenario mundial. “Si ni Macron quiere recibirla, ¿qué podemos esperar de otros líderes?”, ironizó un diputado crítico.
La narrativa oficial, en cambio, se limitó a difundir que la reunión será “reprogramada en fecha próxima”, aunque nadie en París parece tenerla marcada en su agenda.
En resumen, un nuevo desplante que, más allá del simbolismo, envía un mensaje claro: el aislamiento diplomático comienza a ser la norma. Y Sheinbaum, una vez más, quedó vestida y alborotada.