
En un giro que ni la estadística oficial se esperaba, México amaneció con cero homicidios en las gráficas, justo después de que desaparecieran misteriosamente todos los policías municipales del país.
La explicación es simple: si no hay quien levante la denuncia, el crimen tampoco existe. “La estrategia de seguridad está funcionando de maravilla, nomás había que quitar a los testigos incómodos”, presumió un funcionario mientras firmaba los partes de novedades en hojas en blanco.
En colonias de todo el país, los vecinos celebraron la noticia con cohetes, carnitas y playlist de Jenny Rivera: “Está re chido, ahora ya no nos paran por vidrios polarizados ni por traer la cumbia a todo volumen”, dijo un automovilista que antes pasaba más tiempo pagando mordidas que gasolina.
Los carteles también se mostraron complacidos: “Ya podemos trabajar en paz, sin llenar formularios ni aparecer en los informes de la mañanera”, comentó un vocero anónimo con pasamontañas Gucci.
Mientras tanto, el INEGI adelantó que la nueva fórmula de seguridad será patentada como el **“Milagro Mexicano”: quitar lo que estorba hasta que el problema desaparezca solito”.
Lo único que queda pendiente es saber quién va a cobrar la multa por estacionarse en la banqueta.